Afuera
Tal vez deseoso yo de ahogarte en mis más profundos pensamientos, inventase un mundo donde el amor no exista.
Pues, ¿Qué es el amor?, el amor no es más que desazón, nostalgia y diarias reflexiones melancólicas.
El amor es un cruel invento de la vida. Pues como buen entremés del martirio, es el único sentir que reminiscente entre el pasado y el ahora nos puede hundir o hacer volar.
Quisiera yo borrar el amor de mis días, como él me ha borrado de su lista. Pues no ha traído a mi más que infortunios que cosa distinta a mis mañanas otoñales
Quisiere yo ver desde la rendija a las almas que juntas se han hecho camino, sin que mi alma requiera otra
Para embarcarse entonces en tan perpetuo viaje que es la paz. Que a modo de grial místico ha de encontrarse solo, por quienes pacientes en las lúgubres horas, han logrado encontrarse a sí mismos.
Amor, amor de mis días
Amor de mis días, de mis noches y de mis interminables atardeceres
Aun hoy después que el tiempo nos ha consumido, no puedo dejar de extrañarte
De ver tus fotografías que aún me estremecen el alma y me alborotan el espíritu
Y cómo no ha de pasar esto, sí es que me entregaste los días más venturosos de la vida
Convertiste mi mundo en un lugar menos solitario. Me hiciste sentir que en un mundo de devaluaciones aceleradas, yo; aún valía algo
Maniobraste el barco en el que viajaba perdido; casi muerto, y lo llevaste hasta tu faro. Ese que no paro de iluminar mis noches más tenebrosas desde aquel primer día
Entendí pues, que mis días tendrían un antes y un después: ¡tú!
Pero como buen cobarde de los días solitarios, hubiese preferido quedarme en tu ahora y no estar desdichado; baldío, en tu después. Amor de mis días… tus días.
Ángel, inalcanzable ángel
Había pureza en su mirada, tanta que las almas desdeñadas la seguían para iluminar sus días
Había fuego en su interior, fuego que en la estridencia de la noche seguía dando calor a quienes de frío morían
Había paz en su hablar, la paz que los desesperanzados buscaban para sobrellevar sus melancólicas horas
Había inocencia en sus conjeturas, esa misma que en años no había sido descubierta
Había descanso en sus brazos, los mismos que anulaban los males de quienes por años estuvieron huyendo de sus más oscuros recuerdos
Había alegría en sus labios, esos que al bailar majestuosos entre sí; daban forma a las más esperanzadoras sonatas de verano
Pero tan sobrecogedora creación, no era más que la perdición de quienes débiles entre los martirios de la vida; buscaban por fin terminar con los ciclos fortuitos de sus lúgubres días. Mientras ella, inmutada desde su inalcanzable morada; contemplaba con ojos doloridos como ningún mortal caminante era capaz de sacudir su acallado corazón…
Belleza
¿Existirá creación tal, que ufanada te arrebate la belleza?
¿Que ante tan majestuosa faz haya de ser superior?
Pues estaré yo maravillado ante tu exuberante comparsa de matices
Que se me lleven el corazón, para tal vez nunca devolverlo,
¿Qué haré entonces si decides llevarte mis días, tardes y noches?
¿Si decides no salir de mis pensamientos matutinos?
¿Si has de sobrecargar mis reflexiones con bosquejos de tu rostro, ese que no puedo dejar de apreciar?
¿Si has de quedarte atrapada en los reflejos de las gotas de lluvia, que se han hecho faltas de recorrido en mi ventana?
Fuere yo humo endeble que escapase a tus blancas manos
Cual si de marfil estas, han de tocar hasta la más ennegrecida alma. Que desdichada entre la algarabía de la ciudad, huyese a lugar poco divisado
Siento entonces que tus manos llegan a cada rincón del mundo que aún concibo. Al sentir que fueses magna constructora de mis ilusiones remotas. Que aun en días de aullidos delirantes, siguen en pie pues; al exclamar palabra alguna me revives casi como el agua estancada revive a las delicadas flores de loto…
Cotidianidad frenética
Era realmente abismal
Eran días de desenfreno, de nostalgia, de cotidianidad vacía
El mundo se había hecho gris, inexpresivo
Las calles colapsaban entre matices perplejos de tonadas que no eran más que ondas que se perdían inconscientes del tiempo
Había susurros por todas partes. Todo era reducido, sofocante. Hasta el sol más intenso resultaba oscuro, y ennegrecida el panorama
Los caminos se habían hecho circulares y solo conducían a la desesperación, a esa que la falta de libertad daba a luz
Era una locura urbana, que se escondía entre las más punzantes carcajadas de exterioridad, que solo ellos conocían
Y yo estaba ahí, en mi cárcel. Aferrado a los barrotes sin poder siquiera hacer algo más que delirar entre aquella demencia que me susurraba reflexiones existenciales, afirmativas. Por mucho concretas
Veía sus vidas alegres, empalagosas. Carentes de propósito más que el que el colectivo imponía
Había luces por todas partes, destellos de opaca intensidad, que no hacían algo distinto a iluminar las brechas de mi escasa cordura
Cordura que se resquebrajaba, que se había quedado presa en el tiempo
Aquellas épocas no volverían. Aquellas de lucidez, de ambiente cálido; epístolas hechas de madrugada. Aquellas que se fueron escapando entre noches de lentitud y lamentos tímidos
Quedaban ahora los días intranquilos, asfixiantes, quizás incomprensibles. Días en que la lucha empezaba en el alba y moría en el abrumante descenso del día a la noche
Eran días esquizofrénicos, de verdosa tonalidad. Donde los rostros se deformaban, dando paso al más furioso nerviosismo, que enmarañaba los huesos y hundía las almas
Era la vista, mí vista. Aquella que solo existía en mi prisión. Esa de la que no pude escapar. Pues nadie puede escapar de su propia mente.
Dante
Y qué eras tú mi querido amigo, más que el reflejo de los días grises
Y aunque el mundo no lo viera, yo veía en tu sonrisa el más melancólico gesto
Porque aunque nunca lo dijeras yo descifraba en tu mirada el más triste lamento
Tal vez de los días pasados, de los amores incompletos; de las noches de insomnio
Veía en ti el grito de un pasado que nunca murió en tu interior
De los días marchitos, de aquellos que jamás se fueron
Veo en ti la más desolada experiencia. Pues has vivido en la horrible oscuridad únicamente aferrado a una manta de ilusiones que jamás serán…
Entiendo tus días de angustia, aquellos que no se irán. Aquellos que te carcomerán hasta que no seas más
Entiendo cuanto la quieres, cuanto has anhelado estar bien; sin ser escuchado. Callando a dos manos el quejido que tu alma ya no pude contener. Y ahora veo como llega el final de tus días
Marchito. Desolado entre canciones suaves, de esas que rompen el alma y asienten las tristezas
Pero tú, amigo mío, muy a mi pesar, ya no volverás a sonreír. Pues para cuando tu alma olvide las penas, el cuerpo ya habrá olvidado la vida. La continuidad
Y pasaras a no ser más que un alma que se perdió en el mar de ilusiones inconclusas, de esperas que se murieron en el tiempo
Y tú, mi amigo, encontraras el alivio en los ojos despejados. Aquellos que no son más que los tuyos…
De nuevo
Y finalmente estaba ahí, esbozado en mi decadencia. Estaba de nuevo solitario, diluido
De nuevo con aquellas palabras que me habían acompañado hace tanto: se fue
Me encontraba de nuevo distante, sin propósito. Un poco más desierto que antes…
Con aquella maraña de pensamientos inconclusos que me era tan familiar como el desasosiego
Extrañaba como no, pues finalmente solo soy un humano intentando ser ánima
El despertar con aquellas palabras de importancia se había convertido en aliento matutino
Aquellas conversaciones descomplicadas, los susurros eróticos, y las noches de intensión conexa eran el combustible de mis días
Esos ojos, brillantes por demás, rebosantes de vida; esa que tanto me hacía falta. Eran el deleite de los sentidos
Sus preguntas, quizás distantes de la charla pero salvavidas del nosotros, eran regocijo, ese que por sí mismo era incapaz de conquistar
Las tonadas suaves de su piel al hacer el amor, sus labios incandescentes después del roce de nuestras almas; y sus manos de franela al recorrer mi faz, eran el sentido de los días malos. La respuesta a los momentos grises
Pero ahora estaba de nuevo ahí, recordando. Explayándome en mis pocas ganas de sentir, en el cotidiano desazón de mis estáticos recorridos de medianoche
Desempolvé mis martirios, mis deseos no cumplidos. Caminaba entonces entre cumbres ajenas, desintegrándome Cavilando por ahí. Sin existir…
Pero de nuevo era yo, aquel que vislumbraba sueños impropios. El mercenario de almas vacías, que se deshacían a la mañana siguiente
Y entonces aquella pregunta, fijada en el pizarrón de mis desaciertos, aparecía de nuevo: ¿qué hay de malo en mí?, ¿Qué fallo tienen mis hechos?, ¿seré un ermitaño del amor?
Preguntas… preguntas que finalmente se consumirán sin respuesta. Preguntas que acompañaban mis días como aquel desteñido retrato que contemplaba al mirar el espejo
Eran de nuevo mis días, los conocidos. Días de inexistente compañía…
La dolce vita
¡Oh vida! Vida bella, vida nuestra
Has sabido en pequeños instantes llevarme allá, donde las nubes nacen
Allá, donde el sol da sus primeras pinceladas de amarillo verdoso al firmamento
Donde cobra fuerza la ilusión, donde el dolor no existe
Has sabido llevarme hasta aquel majestuoso lugar donde solo se llegan pocas veces
Donde el mar se funde con el horizonte y mis penas se funden en la alegría de estar vivo
¡Oh! Dolce vita; vida de desamores y de ventiscas de agosto. ¿Qué sería de nosotros sin tus afanes por ser mística, misteriosa?
Vida mía, he decidido no luchar contra ti. Pues tus caminos son inciertos, tus iniciativas plausibles y tus moralejas martirizantes
¿Pero qué somos sino vida? Y la vida es una bandera de lucha. Que imponente se extiende en una estepa, donde los soñadores impacientes osan izarla en sus pequeñas parcelas. Que no son más que el reflejo de su inexistencia
Soñadores que van yaciendo en el campo como guerreros que impotentes, han perdido la batalla
Pues eres la damisela que nos conquista, sin que puedas ser conquistada. Nos miras desde una colina a la que tal vez sin éxito, siempre intentaremos llegar…
¿Dónde estás guerrero?
Ahora recuerdo los buenos días como algo muy muy lejano,
Con la nostalgia más profunda, de quien jamás volverá a tan ansiado momento
Y es realmente difícil, ver la vida pasar. Ver los días marcharse, ver las noches estrelladas sin poder contemplarlas más que desde la ceguera de la desgracia
¿Qué paso con ese guerrero?
Para aquel que una mañana difícil, de despertar muy temprano; de inyectarse en el enloquecedor tráfico urbano, de luchar por no desaparecer entre miles con similar función; no era más que un simple punto aparte. Pues el fuego de su alma era tan grande que nada podía detenerlo, ni la adversidad más grande
¿Qué paso con el incansable?
Ese que por más gris que fuese el día, siempre lograba encontrar el cielo más soleado, así fuese solo en su imaginación. Ese cuyos sueños eran tan inmensos que ni el revés más grande, la traición más cruda o el desamor más punzante lograba apagarlos
¿Dónde está Dante?
Quien aun sin tener una Beatriz que hiciese su infierno más llevadero, lo atravesó impulsado del coraje más grande. Coraje aquel que ni el miedo más intenso, o demonio más grande lograba amedrentar
¿Dónde estás?
¿Dónde está?, quien podía llegar al paraíso mismo, solo viajando en sus ilusiones. En la esperanza de que finalmente el día por el que habían tenido lugar los otros, por fin llegara. Quien sin importar el lugar, el momento o la compañía era tan libre que solo su vuelo era igualado por el de las aves más imponentes
¿Te has perdido, mi amigo?
Quizá aquel noble y aguerrido luchador de los días ya no es el mismo, quizá el fuego que había en él se ha mermado. Quizá aquel valiente luchador ha entrado en un letargo del que es imposible salir, quizá a llegado al lugar del que jamás escapara. Quizá aquel guerrero, antaño vencedor de grandes batallas, ha sido vencido. Como era de esperarse solo por sí mismo
El peor enemigo que tendrás en tu vida eres tú mismo. Y si te has perdido, vivirás un inmenso infierno antes de encontrarte, si es que eres de aquellos afortunados que después de los días eternos lo logra
Y estas palabras mí maltratado guerrero son para ti
Pues, sé de primera mano que sientes, hasta donde han llegado los días y sé mi entristecido amigo que son tal vez los peores. Sé que luchas contra la desesperación, contra el miedo, contra la tristeza más densa. Contra el desamor, contra la nostalgia de días llenos de gloria. Sé, devastado valiente que la nostalgia te carcome las horas, que preferirías no despertar, y que el mundo se olvidó de ti. Sé cuánto deseas olvidar ese infierno, ese al que volviste cuando ni siquiera recordabas que existía. Sé mi existencial amigo, que no encuentras salida de la prisión más recóndita y funesta de todas, tu mente. Pero puedo decirte amigo que aunque no sabemos que pase en esta vida llena de alegrías efímeras y tristezas perpetuas, el padre eterno, el padre de universal; desde su celeste morada te ve, y sabe cuanto has luchado, cuantas lágrimas has derramado. Cuanto has querido vivir aun después de estar muerto. Cuanto intentas aferrarte a la vida aun después de que ella te rechaza. Sé guerrero que quieres hacer el bien, y aun después de que aquella Beatriz decidió irse a otro infierno, tú deseas lo mejor para ella; aunque esto, esto mi querido Dante te destroce el alma…
El martirio de los días
Y ahora no encuentro consuelo más que en los efímeros y lejanos recuerdos de días pasajeros
La esperanza se ha ido. No es más que el reflejo de mis días vacíos, lánguidos
Ahora paso mis noches entre canciones lentas y luces tenues
Desolado entre el martirio de los días, pienso en el momento de no ser más
Enloquezco en el abismo de mi gobernante soledad
Y en medio de la madrugada fría; casi muerta, pongo en duda mi existencia y el propósito de esta
Pues no sé si estoy vivo aún o solo es mi alma resistiendo a apagarse, así yo lo haya hecho hace mucho…
Han muerto ya las ilusiones, los días de redención y no quedan más que las colillas de cigarro agonizando en mi mesa
Cual si fueren mi material representación. Pues a esto han llegado los días, a ser ciertamente insoportables, melancólicos
Ahora busco compañía en las calles oscuras, vacías. Que no ofrecen más que susurros de mis mismas ideas fatigantes
La vida no es para los solitarios. Pues, ¡se necesitan dos para hacer tan largo viaje!
Y no puedo hacer más que lamentarme en lo que no ha sido, y resquebrajarme sobre las fotos de mis amores fallidos, fueren estos reales o no
Intentando mentir a la conciencia que no es esto fracaso alguno sino un trance que ha de cesar
Sin que aquella apreciación; falsa por sí misma; no sea más que el engaño de quienes han de morir en la agonizante espera, de que sin que algo cambie, la noche por fin se transforme en día.
La orilla de la niebla
Estás aquí, en un lugar vacío que evoca quietud. Sonidos que se pierden en la distancia
Y estoy yo desde la otra orilla observándote, cual si mis manos estrecharan las tuyas,
Pero entre mis manos no queda más que el humo que se disipa
Así como se disipan mis ganas de seguir…
Te veo allí, radiante a pesar de la bruma. Pura, Con la mirada en el suelo
Y yo con la mirada en la tuya, queriendo ser eso que ves sin contemplar nada más
Pero recuerdo que soy yo, el que ve a través de ti. Ese mismo que tienes en el último lugar de tu mente
Mujer, te veo desde la orilla
Desde la niebla
Contigo se van las cosas buenas, se me va el cielo, se va la grandeza de cada día
Eres tú esa fantasía que hace falta en esta realidad maldita
Pero aun así muero porque no estás
Solo estás en esa orilla
En esa niebla
Y no te alcanzo, pues mis manos son de vaho cuando intento agarrarte
Pero sigues ahí aunque no estés, pues mi mente te dibuja en lo espeso del paisaje
Y busco esas canciones que me hacen recordarte, así duela
Hoy me vestiré de gala para asistir al sepelio de mi alma
Pues no importa cuantas veces te vayas, yo seguiré ahí
Dándote cada trozo de cada nueva quebradura
Pero ahora soy esa niebla
Esa que está al lado tuyo
Y estoy en la orilla a punto de caer a tu lado
Para que un día
Veas que soy yo el que te daría todo y jamás pedirá nada
En esa, esa lejana orilla…
Memorias de aquella noche de sol
Aquí. De nuevo en un lugar que nunca he visitado, pero resulta tan familiar
Por caminar
En mi cabeza no existen más que detalles que esperan por vivir
Por salir
Karma gris
Sigue de mi mano que juntos lo lograremos
¿O tal vez moriremos?
Solo sé que el sol está muy fuerte esta noche
Con algo de derroche
Memorias de aquella noche de sol
Es lo que queda, quejidos de dos
Memorias de aquella noche de sol
Memorias del combatiente que cayó ante el brillo del amor
Memorias de aquella noche de sol
Sabes, alguien me dijo que ya no soy yo
Que soy alguien más
Aquel que creyó contar con algo más que la verdad
Pero no supo maniobrar, el puñado de ilusiones que quedaron atrás
Así que vamos a caminar, a vivir y a gritar
Pues todo va a acabar
El mundo que solías soñar
No es más que una fantasía que no para de socavar
¿Y si te digo no más?
Memorias de esa noche de sol
Que aquel niño vivió
Pero el hombre hoy no recuerda
Y el miedo se acerca
A llevarse la fuerza que la muerte no deja
Pero una vez más,
Viviremos aquella noche de sol…
Mundos somos
Deja que te haga el amor sin que toque un milímetro de tu piel
Pues mi alma habrá quedado para siempre impregnada en la tuya
Cual si dos mundos que destinados a ser uno se encontrasen
Como lo hace el primer destello del alba con un día que nace
O el murmullo del silencio en los ocres días de otoño
Habrá sido mi esencia la tuya y tus sueños los míos
Sollozante ha de ser mi voz ante el clamor de tu presencia
Pues el corazón no esbozara más que nostalgia si faltares
A modo de canción que extraña al cantor, como la historia a los mártires o el poeta a la musa
Serás entonces martirio de mis noches nebulosas. Y seré yo olvido en tus ojos, que han de reflejar lienzos de cielo que no han sido aún objeto de artista alguno…
Noches, tus noches
Finalmente entendí que estabas ahí, en otro mundo. Aquel al que mis divagaciones no llegarían
Y las noches se hicieron más extravagantes en la melancolía de un alma desierta
Te veía en imágenes distantes pero persistentes, difusas pero innegables
Y en medio de aquella bruma oscura que se manifestaba en esas paredes estabas destellando. Sí, destellando. más brillante que nunca, pero tan lejana como siempre
Y en mi andar estaba cada vez más confuso, más perplejo en el bokeh de las calles
Y aquella melodía suave me recorría las venas, como lo hacían tus palabras que aunque remotas aún martillaban. Tanto que habían hecho hendidura
¡Pero qué taciturnos se habían hecho los días! Y mientras tú reías, mientras te mezclabas en el colectivo de las pocas arrugas, yo, el desvanecido; trasegaba mis caminos circulares
Mis ojos se apagaban entre el desasosiego de tus palabras, pero mi mente esparcía tus recuerdos
Me mirabas y yo incapaz, quizás tembloroso; te admiraba en cuanto tu dulzura me marchitaba. Como la piel que envejece, que se esconde
¡Ah pero qué bellos ojos!, los ojos de mi desgracia. Y mientras estabas ahí en el pedestal de tu divinidad yo estaba ahí, en la tumba de mi recelo
¿Y qué eran los días?, ¿vagas representaciones?, ¿no existían? Y recordé ese sueño, el que al acabar me ahogaba en nostalgia. Esa que solo se tiene en sentimiento real, tangible
Ahora todo era una pregunta de un pasado que había sido respuesta, ¿Qué era el amor?, ¿tú?, vaya cuestión. Cuestión que me acabaría los días sin resolverse
Y es que sin ti era vida, sin ti los días eran conformes, calmos. Contigo los días eran tempestuosos, efímeros y hostigantes
Pero era yo. soy yo el que tu presencia escogería aun en la tormenta infinita, a tu ausencia en la calma más reconfortante.
Soledad
Como no dedicar una misiva a quien incondicionalmente me ha acompañado por tanto tiempo
Sí, eres tú mi compañera de decenas de noches
De días enteros,
Quien ha oído conmigo tan melancólicas melodías de medianoche
Quien ha suscitado sus palabras sobre cada uno de mis extensos minutos
No eres tú, sino otra que mi más entrañable amiga
Y aunque soy yo desagradecido ser
Hoy quiero que te marches, pues tu compañía aunque infaltable ha sido escabrosa y martirizante
Tanto que los días han ido decayendo y secando mis ilusiones cual si de un árbol sin regar se tratase
Te pido ahora que te marches, que pongas fin a nuestra era. Aunque sé que volverás
Y cuando lo hagas estoy seguro que te aceptare con más brío. Pues si te quedas te habrás hecho eterna
Pero ahora amiga mía, soledad. Soledad de mis largos días, te pido que no vuelvas más…
Sus ojos
Señora, tiene usted los ojos más hermosos que haya visto en mi vida
Sus ojos me recuerdan los días más soleados, esperanzadores si se quiere
Pero también tienen ese tono de nostalgia, que solo se aprecia en los días de lluvia
En sus ojos puedo estar horas, sin que ni un solo segundo haya transcurrido
Sus ojos reflejan el cielo estrellado del campo y la algarabía de la ruidosa ciudad
El brillo en sus ojos es incesante, martilla en mi subconsciente y lo enloquece
Anula toda mi capacidad para pensar, me destruye y vuelve a construirme
Su mirada retumba en los más recónditos lugares de mí ser
Llena cada espacio, cada vacío que hay en mí
Su mirada me rehace, me descontrola. Como si me tocase
Su mirada; señora mía, desata una tormenta en mi interior
Y mientras usted me mire jamás cesara. Pues me ha cautivado de formas inexplicables, desde la primera vez que sus ojos coincidieron con los míos
Desde entonces sus ojos me atraparon, como quien ha sido atrapado por un vicio
Y es que es un vicio más cruel aun vivir en su mirada. Pues ninguna droga por fuerte que sea, podría llevarme a tan inimaginados lugares en un instante
Su mirada ciertamente mágica, es el vicio más grande que haya podido tener…
Tu cielo, mi infierno
Te vi, entre la pureza que escondían tus ojos
Estabas ahí brillando sin siquiera hablar. Con la ternura que irradiaba tu alma
Mientras yo impaciente, quizá producto del café de la mañana te observaba con ojos fundidos
Estabas tan tranquila. Sonriendo ante las miles de cosas que seguramente no estaban bien en tus días, pero no te importaba. Pues el aura de inocencia que rodeaba tu alma era tal que te hizo imperturbable, perfecta
Mientras yo me consumía la mente intentando idear mil maneras de llamar tu atención. De que supieras por fin que yo desde aquella barrera de mis miedos más profundos estaba ahí, esperándote
Quizás fui un idiota. Un iluso que vio en ti tanta blancura, tanta sencillez que ya mis ojos medio ciegos por tanta maldad; habían recobrado al fin su visión
Vi en ti la esperanza de que por fin el amor verdadero llegara a mis días. Después de una tormenta de ilusiones pasajeras, de noches efímeras y vacías
Cada cita fue un frenesí de emociones, de alegría inconmensurable. En cada momento desataste en mí un refusilo de esperanza que había olvidado que existía
Fue entregándote cada vez más mi tranquilidad. Sin darme cuenta que esto me estaba llevando a un infierno que ya no recordaba, pero que ya había trasegado
Y sin buscarlo me tocaste el espíritu y eso, eso era algo que jamás creí que volviese a pasarme. Pero lo hiciste, así entraste en mi mente y te adueñaste de ella
Tanto que al despertar imaginaba que estabas ahí con tu sonrisa iridiscente para mí. Cual si de una fantasía se tratase, pero al tocarte te desaparecías como polvo de desgracia. Esa que sentía cada vez que te sentía distante
Y finalmente me trajiste aquí, al infierno que tanto maldecí. Ese que se me llevo la vida, ese que me enloqueció, ese del que jamás pensé que saldría. Y en el melancólico final, volví a él sabiendo que ahora tú, te quedaste en los recuerdos del cielo al que jamás pudimos llegar…
El ángel de mis días
Yo era algo así como un intento de sonrisa en un rostro inexpresivo, alexitimio
Ella era un mar de emociones, la alegría de los días
Yo era un incomprendido, perdido entre la desazón de la vida
Ella era ilusión naciente, la inocencia del comienzo
Yo, la rendición, Los intentos infructuosos en el tiempo
Ella, la intención de lucha. La esperanza matutina
Yo estaba enfrascado en mis tristezas de siempre, las que me acompañaron desde la mitad de la vida
Ella seguía convencida. Con espíritu puro, férreo. Semejante a un galope en una infinita estepa
Mientras yo pasaba mis tardes hallando respuestas a preguntas que no existían, ella pasaba sus noches dando luz a los días más claros
Ella era el ángel de mis días y yo el demonio de sus noches
Yo desesperanza, ella emoción
Ella imponencia; yo, olvido
Tú la vida, yo tu custodio…
Tus días, nuestros días
Deja ahora que nuestros días se hagan uno
Como el cielo se hace uno con la inmensidad, cuando este ha cruzado el horizonte
Deja que entre en tus días
Taciturno, como ventisca noctambula
Permite que tus días sean los míos, mujer de ojos entristecidos
Mujer de cabellera de sol
Abre la puerta de tu alma, para que la mía se funda en la tuya
Déjame ser el custodio de tus paseos oníricos de medianoche
Pues si has de dejarme cruzar el abismo que separa nuestras vidas, prometo entonces entregarte el coraje que me hizo cruzarlo. Así como el valor más asiduo que me hizo sentir que tus ojos al fin se posarían en mí
Por tanto no mentiré, has revivido este moribundo corazón al tomarme de la mano
Levantaste mis ilusiones más enterradas, como si fueres resurrección alguna
Maravilla mía, maravilla de mis días, maravilla de la vida. Pues alguien que solo con cuya presencia logra despertar la felicidad que creía muerta no puede ser cosa distinta a una simple maravilla…
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